Acoso escolar: ¿Periodismo o sensacionalismo?

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El acoso escolar ha vuelto a saltar al primer plano informativo poniendo al periodismo nuevamente en entredicho. ¿Es sensacionalismo informar sobre casos como el de Diego?

El pasado miércoles el diario El Mundo abría su edición en papel dedicando media portada a un nuevo caso de acoso escolar que, desgraciadamente, acabó con el suicidio de un niño de apenas 11 años que no pudo resistir más el trauma que le causaba ir al cole. Además de con un vídeo en su edición online, el periódico completaba su cobertura informativa haciendo pública la emotiva misiva que el menor dejó escrita a sus familiares antes de quitarse la vida. «Yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir», decía Diego en uno de los fragmentos.

La noticia, unida al hecho de ser portada tanto en papel como en digital, hizo que el tema, con el que la población está especialmente sensibilizada, corriera como la pólvora por las principales redes sociales y generara un debate que, con el paso de los minutos, fue más allá del acoso escolar y acabo señalando también al periodismo. El motivo: el sensacionalismo que para muchos constituía el hecho de haber publicado íntegramente la carta personal que Diego dejó a sus padre, algo que consideraban como «una falta de respeto» y una demostración de que «cualquiera tiene derecho a ser dueño de la vida de los demás».

acoso escolarPese a nuestra pasión por el periodismo, en Tacatá somos muy críticos con la profesión. Consideramos que sólo bajo este prisma crítico se puede construir un periodismo mejor. En este caso, sin embargo, no creemos que el diario El Mundo haya hecho uso del sensacionalismo al publicar en exclusiva la carta del menor. Todo lo contrario, tenemos el convencimiento de que el periódico ha utilizado la fuerza simbólica de esa misiva, con la autorización de los padres, para reabrir un caso que se había cerrado y generar un debate necesario en la sociedad sobre «una lacra creciente» que, como indicaba el propio medio en su editorial del jueves, «exige una respuesta integral y enérgica» por parte de toda la sociedad. Los motivos para nuestra postura son varios:

  • En primer lugar porque hablamos de un caso que sucedió hace tres meses, el 14 de octubre. Tras ese tiempo han sido los padres, preocupados por que la causa estaba a punto de ser archivada, quienes han dado el paso para hacer público el suceso, sabiendo que la repercusión que podía tener su publicación podría conseguir que se reabrise un caso que ya casi se daba por cerrado.
  • En segundo lugar porque en este caso concreto la carta tiene un valor muy grande, si no estrictamente informativo, sí desde el punto de vista de su capacidad para generar empatía y despertar consciencias. Y, sobre todo, porque la carta ha llegado de manos de los padres. No ha sido algo hurtado o copiado a escondidas para generar morbo.
  • Y en tercer lugar porque está demostrado, por desgracia, que para despertar a una sociedad aletargada hacen falta casos con caras, nombres y apellidos. Necesitamos sentirnos identificados, saber que podríamos haber sido nosotros o nuestros hijos, para despertar, para pedir medidas y para pedir a los colegios que dejen de encubrir a quienes hacen la vida imposible a los menores.

Según algunos estudios el acoso escolar afecta ya al 4% de los alumnos de primaria y al doble en el caso de la secundaria. Su incidencia, además, se ha visto potenciada con las redes sociales. En esas circunstancias, el periodismo debe jugar un papel fundamental para generar debate en la sociedad, concienciar a la población y exigir medidas reales y globales para poner fin a una lacra que ya se ha llevado por delante la vida de demasiados niños.

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