En tiempos de conceptos como sostenibilidad o desarrollo sostenible resulta que lo que se ha hecho insostenible es el periodismo, el modelo de negocio al que entre todos (medios, periodistas y lectores) hemos conducido a la profesión.
Recientemente la periodista Delia Rodríguez publicaba en eldiario.es un artículo titulado «Un problema del periodismo, siete de los periodistas y dos de los lectores» que me dio mucho que pensar. En un fragmento del mismo escribía: «La empresa de análisis de medios digitales Newswhip midió cuántas historias publicaban los medios en Facebook durante agosto de este año: The Daily Mail dio luz verde a 53.000, The Huffington Post a 16.000 y The Guardian y The Washington Post a 11.000. Es muy difícil controlar la calidad de esos volúmenes de contenido y, por tanto, mantener la credibilidad ante el lector». Por hoy vamos a dejar de lado la credibilidad. Y la calidad. Aunque son parte del mismo problema de insostenibilidad que acecha al periodismo y que veremos a continuación.
«Al periodismo lo que le ocurre es Internet», afirmaba en el mismo artículo Delia. Y tiene razón, porque con internet empezó a desarrollarse este modelo de negocio insostenible en el que todos, medios, periodistas y lectores, tenemos nuestra parte de responsabilidad.
Desconozco los datos de publicaciones en Facebook durante el mes de agosto de El País, de El Mundo o de eldiario.es, pero a poco que su ritmo de actualización sea la mitad que el del Washington Post hablaríamos de 5.000 enlaces al mes, 166 al día. Es decir, 166 noticias, reportajes y entrevistas nuevas al día. ¿Cómo se sostiene esto?
Os lo voy a decir: pagando muy poco al periodista, lastrando y precarizando su trabajo en una cadena en la que todos acaban perdiendo. Una cadena que empiezan los medios buscando clics, tráfico, visitas, números al fin y al cabo, para acceder a una mejor publicidad. Lo definía a la perfección la propia Delia: «sin límite de páginas, sin límite de papel, la capacidad de generar contenido es teóricamente infinita, y a más contenido, más publicidad, y por tanto, más dinero, aunque después en la práctica no se consiga vender todo».
Una cadena que continuamos los periodistas, aceptando las condiciones, precarizando nuestro trabajo y, en última instancia, bajando la calidad del mismo, porque cuando te pagan lo que se paga, hay que hacer varios reportajes cada día para llegar a final de mes. Y una cadena en la que también intervienen los lectores, convirtiendo en noticias más leídas, cada día, aquellas que hace unas décadas, cuando internet no existía, no hubieran tenido espacio en ningún periódico. Ni siquiera en las páginas del diario más sensacionalista.
Periodismo sostenible
Con la insostenibilidad del periodismo pasa lo mismo que con la de nuestro modelo de vida. Al final no queda más que abrir los ojos a la realidad y aceptar que el camino elegido no nos lleva a ninguna parte, que o cambiamos las prioridades o se nos desmonta el chiringuito. Y como ocurre con el desarrollo sostenible, en el periodismo también son las personas anónimas, los periodistas de base, a través de la fundación de pequeños proyectos emprendedores, quienes antes abren los ojos. Mucho antes que las grandes corporaciones, que de momento ni los han abierto ni se espera que lo hagan.
Así, desde hace años, florecen medios que buscan hacer del periodismo una profesión sostenible. Ahí están los ejemplos que siempre pongo de Panenka o 5W: Crónicas de larga distancia. Medios que, aprovechando el canal que ofrece la red, están intentando cambiar el modelo de negocio porque han visto que si ofreces calidad y buen periodismo, la gente está dispuesta a pagar por él. Y para ofrecer calidad hay que pagar bien el trabajo del periodista, darle tiempo y medios. Y, por tanto, hay que acabar con la producción de piezas en serie, a destajo, con el clic como único objetivo. Solo así el periodismo será sostenible.
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