Uno nunca sabe con certeza qué información puede acaparar la atención de los medios de comunicación. Ni cuándo. Porque una misma información puede ser noticia hoy y, sin embargo, no serlo dentro de una semana. Los focos de atención de los medios van cambiando continuamente y con ello las informaciones susceptibles de ser vistas por ellos como noticia.
Como agencia nos ha pasado más de una vez: sacar una nota de prensa de un cliente en enero y que ésta, pese a ser potencialmente noticiable, pase sin pena ni gloria; de repente, sin embargo, cuatro o cinco meses más tarde, cuando ya ni lo esperas, esa nota da el salto a los medios. «Nevera» se llama en el argot periodístico a ese guardarse información de interés para otros tiempos. Y esa es también una de las funciones de toda agencia de comunicación: generar contenido interesante y (a poder ser) atemporal con el que nutrir la nevera de los periodistas para tiempos de escasez informativa.
El poder de lo excepcional
Decimos que no existe una regla fija que pueda asegurar que un hecho se convierta en noticia. Sí que existen, no obstante, una serie de criterios periodísticos que acompañan a todo hecho noticiable: la actualidad, la cercanía geográfica, el interés humano, el conflicto o la rareza, por ejemplo, son factores que pueden convertir a un hecho en noticia. Y nos vamos a detener en el último de ellos, la rareza, porque lo excepcional es una característica básica que puede convertir cualquier información en noticia. Lo estamos viendo en estos días marcados por la pandemia del coronavirus.
Hace unos días, una conocida nos decía que en el centro de atención a personas con enfermedad mental en el que trabaja ningún usuario ni ningún miembro del personal sanitario se había contagiado por el virus COVID-19. Son en total 300 las personas que conviven y trabajan en él. A ella le parecía que eso debía ser noticia. Nosotros le convencimos de que no, porque se supone que eso debe ser lo normal habida cuenta de que este tipo de centros no han sido de los más afectados por la pandemia. La noticia sería que la mitad de la plantilla y de los pacientes se hubiese visto afectada por el virus. ¿Sería noticia una residencia de ancianos sin ningún contagiado en una zona geográfica en la que el virus se haya manifestado en toda su crudeza? Seguro, porque eso sería excepcional habida cuenta de que lo normal ha sido que en todas las residencias muchos ancianos perdieran la vida. Algo que, a su vez, también ha sido noticia con toda la justificación del mundo: ya que, por suerte, no es normal que tantos ancianos mueran a la vez y en condiciones tan dantescas en las residencias de un país como España.
Pero este no es el único ejemplo que hemos visto durante la pandemia por coronavirus. ¿Recordáis los primeros días en los que se permitió salir a pasear con niños menores de 14 años? ¿O de los primeros días en los que se permitió salir a hacer deporte? La noticia fue el incumplimiento por parte de una proporción muy minoritaria de la población de las normas estipuladas por el Ministerio de Sanidad. ¿Por qué? Porque era lo excepcional. Lo normal, que la gente respetase las normas, no es noticia. Se da por hecho que va a ser así. Tampoco nadie, seamos sinceros, haría clic en una noticia que le cuenta lo bien que ha respetado las normas la gente. El clic (y las visualizaciones de vídeos, y los retuits) se los regalamos a quienes nos hablan del incumplimiento, porque nosotros, como consumidores de información, también nos vemos atraídos por ese tipo de noticias y alimentamos con ello la rueda de lo excepcional.