Desde hace varios años salta en momentos puntuales un hashtag en las redes sociales que siempre provoca múltiples opiniones: #StopNiñoFobia. En las últimas semanas ha regresado con fuerza, demostrando que la fobia a los niños es un tema que preocupa cada vez más a las madres y los padres.
#StopNiñoFobia: historia de un hashtag
Es difícil saber el momento exacto en el que se empezó a hablar de la fobia a los niños, pero lo cierto es que en redes sociales, concretamente en Twitter, fue la bloguera Vanesa Piñeiro, de ‘Una madre como tú’, la primera persona que empezó a utilizar el hashtag #StopNiñoFobia.
¿No estáis ya HARTAS de la niñofobia? Yo hoy digo HASTA AQUÍ. #stopniñofobiahttp://t.co/YxsS8qwQC8 pic.twitter.com/tFomYFaH2p
— Vanesa Piñeiro (@unamadrecomotu) March 29, 2015
Era marzo de 2015 y surgía a raíz de un post en el que Vanesa argumentaba su opinión acerca de un tuit en el que una mujer se quejaba (con foto incluida) del panorama que tenía delante: un viaje largo en tren con una madre y un bebé en el asiento de delante. Aquello encendió las redes sociales y durante meses surgieron multitud de posts en los que otros padres relataban historias personales que incluían algún tipo de discriminación a sus hijos o a niños conocidos. Hubo muchas opiniones al respecto. Y mucha indignación. Incluso en Madresfera se llevó a cabo un carnaval de posts en el que los blogueros podían enlazar sus artículos.
En 2016 el hashtag volvió a la actualidad de la mano de una noticia aparecida en El Mundo en la que se trataba el tema de los restaurantes en los que los niños no eran bien recibidos. Se empezó a hablar no solo de los locales nada friendly con los menores sino también de aquellos en los que los niños eran directamente vetados.
La historia continúa. En mayo de 2017 se ha vuelto a hablar de restaurantes en los que los niños no son «rentables«, a raíz de la desagradable y discriminatoria experiencia del dibujante y guionista Andrés Palomino en un restaurante de San Sebastián («Fuimos con dos niños pequeños y nos insinuaron muy desagradablemente que no les salía a cuenta atendernos»).
a veces ir a un restaurante con niños puede ser un problema. #stopniñofobia https://t.co/j5cLRqWcLT pic.twitter.com/DoZZsogrvC
— Crónicas PSN (@CronicasPSN) 18 de mayo de 2017
También en mayo se ha hablado mucho en redes sociales de hoteles en los que los niños no son bienvenidos (#HotelesSinNiños llegó a ser trending topic) y que surgía después de que Mónica Oltra, desde el departamento de Igualdad y Políticas Inclusivas del Consell de la Comunidad Valenciana, presentara una alegación contra este tipo de establecimientos. En ambos casos, las redes sociales han vuelto a sacar lo mejor y lo peor de las personas hacia los más vulnerables, los niños. Si bien algunos usuarios comparan esta discriminación con denegar la entrada a adultos por su condición sexual, su raza o su religión:
Prohibir el acceso a niños es como prohibir a homosexuales «porque me incomoda que se cojan de la mano» #StopNiñoFobia — La Furgoteta (@Furgoteta) May 27, 2017
Una cosa es que no te hagan tilín y otra cosa es mandarlos a un mundo paralelo.#STOPniñofobiahttps://t.co/p8HUtA3glu — La Quiles (@soylaquiles) May 27, 2017
Otros reivindicaban su derecho a no ser «molestados» aludiendo no solo el inconveniente de que los niños molestan por su propia condición de niños o culpando a los padres de su educación.
Si hay hoteles gay friendly, nudistas o veganos, por qué no #HotelesSinNiños ? Que cada cual elija.. — Tomas F. Terrados (@TomasFTerrados) 23 de mayo de 2017
Pero, lo cierto es que tanto los restaurantes como los hoteles no pueden de manera legal denegar el acceso a niños; ni siquiera amparándose en el «derecho de admisión» porque se trata de una clara discriminación. O lo que es lo mismo: no puede prohibir acceso a menores al igual que no se puede prohibir el acceso por sexo, raza o condición.
La sociedad que no quería a los niños
En general, la sociedad occidental es poco tolerante y muestra poca o ninguna empatía hacia los niños. Tenemos fobia a los niños. Tampoco les tenemos en cuenta en las decisiones importantes; ni siquiera las que directamente les afectan a ellos, ya sea a nivel familiar o institucional.
Y cuando pensábamos que ya no podíamos ir más allá de repente dejamos de mostrar ningún tipo de humanidad. Lo hemos podido comprobar recientemente cuando UNICEF lanzaba la campaña #AnteTodoSonNiños en respuesta a la criminalización de menores por parte de diversas personas en redes sociales. «Arremetían contra las imágenes de nuestra campaña lanzando mensajes de sospecha contra los niños, cuando la única conexión posible entre los niños víctimas del atentado de Manchester y los niños refugiados es que ambos son víctimas de la misma violencia«, decían en un artículo con el que respondían a los comentarios racistas.
Cómo responder a comentarios que no muestran ni un poco de humanidad hacia el calvario de miles de niños refugiados? https://t.co/98SF2cnuGk pic.twitter.com/xJspfOgNYi
— UNICEF ComitéEspañol (@unicef_es) May 24, 2017
Poco podemos decir de esas personas que lanzan comentarios racistas, xenófobos y ofensivos hacia niños que huyen de países en guerra; y que se escudan en el anonimato que las redes sociales les otorgan. Personas que como denuncian desde la ONG no muestran ni un ápice de humanidad ante esos niños que también son los adultos del futuro. Y que merecen el mismo respeto que los adultos del presente.
¿Conseguiremos algún día ofrecer a los niños el mismo respeto que merecen los adultos? ¿Vivimos en una sociedad con fobia a los niños?
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