A finales de 2017 publicábamos un artículo en este mismo blog en el que abordamos la invisibilización a la que Facebook ha sometido a las marcas poco a poco, con cada nueva revisión de su algoritmo. Hoy venimos a hacer de abogados defensores de la red social de Mark Zuckerberg, que al final no está haciendo nada que no haría cualquier empresario con su negocio: buscar la máxima rentabilidad y el máximo beneficio.
Desde que Facebook cambiase su versión 1.0 (en la que todos tus amigos, páginas y grupos tenían las mismas posibilidades de aparecer en tu timeline), los diferentes cambios de algoritmo han ido en una sola dirección: priorizar el contenido de tus contactos-amigos (especialmente con los que más interactúas) por encima del de las marcas/empresas/grupos a los que sigues. De esta forma, poco a poco y salvo excepciones puntuales (porque el algoritmo no es 100% excluyente para las cuentas corporativas), las marcas han ido desapareciendo de los timelines de los usuarios, una decisión no compartida por todos, porque al final si uno seguía a una marca/grupo era porque realmente le interesaba el contenido que aportaba.
No obstante no han sido los usuarios quienes han puesto el grito en el cielo, sino las marcas. Y más concretamente sus community managers, que han visto cómo hacer llegar su contenido a los usuarios se convertía en una auténtica quimera. En un primer instante intentaron seguir alcanzando al público «trampeando», a través de esos vacíos que dejaba el algoritmo (los vídeos funcionan más, mejor enlace directo que foto más enlace…ya sabéis). Hoy lo siguen haciendo, pero la gran mayoría ha asumido la máxima imperante: si eres marca, o pagas o eres invisible en Facebook.
Facebook es una empresa, no lo olvidemos
Debido a estas nuevas reglas del juego, no han sido pocos los que han augurado la muerte de Facebook y quienes han renegado de la red social por romper un canal de comunicación con el cliente que para muchas marcas (sobre todo pequeñas y medianas que no tienen acceso a otros canales publicitarios) se había convertido en eje central de su estrategia comunicativa. Y es que no es fácil aceptar que algo que te está funcionando va a dejar de hacerlo de un día para otro por un simple cambio de algoritmo.
Sin embargo, pese a todas las profecías, y pese a que parece que las nuevas generaciones prefieren otras redes sociales, Facebook sigue incrementando año a año sus beneficios, que se cuentan por miles de millones. Y es que al final, aún pagando, para muchas marcas invertir en publicidad en la red social resulta mucho más barato y accesible que hacerlo en cualquier otro soporte y medio. Y además te aseguras un impacto perfectamente segmentado.
Al que no se le puede reprochar nada, si lo pensamos bien, es a Facebook. Al final una red social es una empresa y como tal necesita ingresos y beneficios para sobrevivir. Y buena parte de ellos, evidentemente, tienen que llegar de las marcas. ¿O es que las empresas no pagan por anunciarse en un periódico o en un canal de televisión? ¿Criticamos a estos medios por pedir dinero a cambio de publicidad en sus soportes? La respuesta está clara. Y deberíamos asumir que en internet y las redes sociales pasa exactamente lo mismo; que Facebook actúa con las marcas como una empresa que es, buscando ingresos y beneficios que permitan mantener su infraestructura para beneficio de ellos, pero también de quienes la utilizamos.
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