El mito de la conciliación

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Decía el conocido pediatra Carlos González en una entrevista que la conciliación de la vida familiar y laboral no existe: «Mientras estás haciendo una cosa no estás haciendo la otra. Y por tanto la famosa «conciliación» a fin de cuentas se reduce a elegir entre la familia o el trabajo». ¿Qué hay de cierto en esta afirmación? 

La conciliación no existe

En España la conciliación no existe, y tampoco puede existir dadas las condiciones actuales y el modelo productivo. Esto, que es una realidad, en Tacatá Comunicación creemos que tiene un origen muy evidente: falta de políticas de conciliación, horarios irracionales, penalización de los cuidados y el pensamiento generalizado de que la crianza no es importante y puede delegarse a las instituciones públicas o privadas. Esto unido a que vivimos en familias mucho más pequeñas, agotadas y, en muchas ocasiones, separadas por muchos kilómetros, convierten el hecho de tener hijos en una verdadera carrera de obstáculos. O, mejor aún, en un acto de fe.

Si eres padre o madre y tienes que trabajar una media de 8 horas fuera de casa, seas asalariado o seas autónomo, no puedes coordinarlo con la crianza, el cuidado y la educación de los hijos si no es delegando en terceras personas dichos cuidados. Aparece aquí la figura de la guardería, pero es un recurso que solo se puede usar pagando, claro, y que aparece demasiado pronto para muchas familias: tras 16 semanas desde el parto. Si no quieres ceder esa responsabilidad, esa supuesta conciliación solo será posible a través de un importante desembolso económico convirtiéndola en un bien de lujo que no todos los padres pueden permitirse: la excedencia, la reducción de jornada o el despido voluntario de uno de los progenitores.

Pero esto que en España parece imposible, no es algo utópico en otros países que lo han conseguido simplemente a través de permisos mucho más amplios; permisos que solo han sido posibles gracias a una mentalidad muy diferente: menos machista, que valora los cuidados y que ve en el aumento de la natalidad como una forma de hacer crecer una economía y no como algo que carece de importancia. Lo vemos en países como Suecia donde han demostrado que trabajar menos horas y pasar más tiempo con la familia se traduce en un aumento de la productividad.

la conciliacion es un lujo

La penalización de los cuidados

Hay quien dice que sin la conciliación masculina no desaparecerá la penalización de los cuidados. Y lo cierto es que aún existe una desigualdad importante en el tiempo que hombres y mujeres dedican a esos cuidados. Según los datos de la última encuesta que tiene el INE sobre Empleo del Tiempo (perteneciente a 2010), mientras que los hombres dedican una media de una hora y 54 minutos al día a las tareas del hogar y el cuidado de la familia, las mujeres invierten cuatro horas y siete minutos. Es decir, más el doble.

cuidado de los hijosA esto hay que añadir que, normalmente, el miembro de la familia que gana menos es el que suele reducir su jornada, pedir una excedencia temporal o, directamente, dejar el empleo para poder cuidar de los hijos. No es casualidad entonces que algo más del 74% de las personas ocupadas a tiempo parcial en el último trimestre de 2014 fueran mujeres y que de ellas, casi el 96% lo hiciera para poder cuidar a sus hijos o a algún familiar enfermo.

Sin embargo, lo cierto es que si bien la sociedad actual aún espera que sea la mujer la que se responsabilice del grueso del cuidado familiar, también espera que sea capaz de trabajar fuera de casa. Debe hacerlo todo, y debe hacerlo bien. A esto le unimos una cuestión ineludible: ¿Qué familia puede vivir con un solo sueldo? Muy pocas, seguramente. Si la mujer hace una elección entre trabajo o familia, da igual cuál sea la elección ya que el resultado será el mismo: ambas decisiones serán criticadas. ¿Qué ocurre con las mujeres que quieren dedicarse al cuidado de los hijos? Que se penaliza su decisión. Pero lo mismo ocurre con aquellas mujeres que deciden continuar con su carrera laboral. Si esa elección viene por parte de un hombre quizás sea menos cuestionada si opta por lo laboral pero tremendamente extraña si su elección pasa por la conciliación familiar.

Por todo ello, la penalización de los cuidados es una realidad que solo se puede cambiar si previamente se produce un cambio de mentalidad y de prioridades y se comienza a valorar la crianza, la educación y los cuidados familiares como cuestiones fundamentales para poder medrar también como sociedad y asegurar así el buen camino hacia una conciliación real a través de la cual cada familia pueda organizarse como realmente quiera, y necesite.

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