Hoy en día tecnología y maternidad son parte de un binomio difícil de separar. Y es que ya desde antes del embarazo estamos en contacto constante con la tecnología: apps con información sobre fertilidad, sobre la evolución del embarazo, con contadores de contracciones o sobre lactancia materna, aparatos de ultrasonidos portátiles para chequear en casa el estado del bebé, información en internet sobre la propia maternidad, la crianza, el parto, etc., pasando por toda aquella tecnología que permite un seguimiento de un embarazo más seguro (ecografías, monitores, etc.). Después, con la llegada de los hijos, llegan los grupos en redes sociales sobre crianza, los de whatsapp del colegio o de otros padres en busca de la tribu perdida o la blogosfera maternal/paternal, entre otros muchos recursos. La tecnología siempre presente.
Tecnología y maternidad
Realmente es relativamente reciente el hecho de poder hablar del concepto de tecnología unido al de maternidad. Los padres de los que pertenecemos a la generación de los movidos 80 apenas encontraron recursos tecnológicos más allá de alguna ecografía que tímidamente comenzaban a llegar para el control del segundo trimestre. Poco más porque los móviles, smartphones e internet aún eran un sueño lejano más propio de las películas de ciencia ficción.
De veinte años a esta parte, sin embargo, la tecnología ha revolucionado la maternidad y la forma en la que la vivimos. Ahora estamos más acompañados y más solos que nunca. Vivimos inmersos en un mundo acelerado, preocupado por lo material, por producir. Un mundo hiper conectado rebosante de información pero cada vez más solitario.
Las madres se enfrentan muchas veces en soledad a la maternidad y buscan en la tecnología ese acompañamiento. También encuentran tranquilidad en determinados aparatos tecnológicos que facilitan su embarazo y su crianza.
Lo que funciona y lo que no
Que la tecnología es positiva para muchos aspectos de nuestras vidas es innegable. Sin embargo, a veces se asocia lo tecnológico a lo moderno y por ende a «lo mejor», pero no necesariamente tiene por qué ser ni lo mejor ni lo peor. La función de los avances tecnológicos no es otra que servir de ayuda al ser humano. Por tanto, la verdadera dicotomía debería ser siempre: lo que funciona y lo que no. Eso sí, teniendo en cuenta que descubrir qué funciona realmente conlleva años de prueba y error.
Si bien hay recursos tecnológicos que nos facilitan la vida, también los hay que producen el efecto contrario, no siempre por el aparato en cuestión sino por el uso abusivo o reiterado del mismo. Hace poco circulaba por la red un cojín para bebés que imitaba el sonido de los latidos del corazón de la madre dentro del útero. Un recurso que viene a reemplazar a la madre. Como éste, cientos. Aquí tecnología y maternidad pisan terreno pantanoso. ¿Hasta qué punto es positiva la sustitución tecnológica?
Parte de esa tecnología tiene como fin último la conciliación y la reincorporación al mundo laboral. Internet, la nube y el correo electrónico han facilitado la posibilidad de teletrabajar. Sin embargo, aún son pocos los que se animan a esto del teletrabajo. El presencialismo y las jornadas que se alargan hasta el infinito siguen siendo el leitmotiv de muchas empresas españolas. Incluso hay profesiones que ni siquiera pueden plantearse este recurso como opción.
La sustitución tecnológica
La tecnología ocupa un papel destacado si se la trata con cuidado, pero también ocupa un terreno más propio del ser humano: el del contacto, el de las relaciones de tú a tú, el del apego. Coloniza parcelas que son necesarias para el desarrollo saludable de las personas sin saber muy bien cuáles son los efectos de esa colonización.
¿Renegar de la tecnología? Por supuesto que no. La tecnología, como decíamos más arriba, facilita en muchos aspectos la vida al ser humano, en este caso la vivencia de la maternidad. La tecnología está ahí y ha venido para quedarse. Lo que funcione se quedará y lo que no, desaparecerá o se transformará. El problema está en la deshumanización que esa tecnología, o mejor dicho, ese abuso de la tecnología, puede provocar en el desarrollo de nuestros hijos.
¿Qué pensáis vosotros de la relación entre tecnología y maternidad?